domingo, 5 de septiembre de 2010

AULA TÉCNICA

Los cuerpos más distantes del universo no pueden verse a simple vista con facilidad. Solo algunas galaxias, por su cercanía y luminosidad, pueden ser detectadas sin ayuda de instrumental. Es el caso de la galaxia de Andrómeda, y sobre todo, el de las dos nubes de Magallanes, que se perciben a simple vista como un núcleo más una mancha difusa alargada. Cada galaxia está formada por miles de millones de estrellas, gas y polvo. En una noche clara de verano, podemos distinguir desde el interior de nuestra galaxia una franja más densa a la que denominamos Vía Láctea. Mirando fijamente en su interior, podemos observar miles de estrellas. Entre estas surgen cúmulos cuya formación fue común. Por su composición química, por su temperatura de color, se clasifican en estrellas jóvenes y viejas. Las primeras nacen en una época donde predominan elementos pesados, y las segundas están compuestas sobretodo de helio e hidrógeno. El color de cada estrella está en función de su composición, su temperatura de color y su tiempo de vida. Dependiendo del nivel de luminosidad, los astros se clasifican en magnitud 1, 3, 7, 8,... siendo más luminosas las de magnitud menor. De las nubes que forman una estrella surgen nuevas condensaciones, que giran alrededor de esta a las que llamamos planetas. Estas a su vez tienen pequeños astros girando que son los satélites, asteroides captados por la fuerza de la gravedad, y partículas y restos no externos de la nube inicial a los que llamamos cometas. Los más llamativos a simple vista son la luna, Venus, y las tan observadas estrellas fugaces.

La Luna que no rota con relación a la tierra, siempre nos ofrece la misma cara. Es llena cuando está opuesta al sol, aunque este no es el mejor momento para observarla, ya que nos ofrece una imagen plana sin sombras. Cuando la iluminación es tangencial se observa claramente las montañas y cráteres de nuestro satélite. Esto ocurre nueve días después de la Luna Nueva.
Venus, "El Lucero del Alba", es visible durante bastante tiempo en dirección a poniente, y en la madrugada dirección oriente. Por su gran luminosidad puede ser visto a la luz del día si no se sitia cercano al sol.
Los cometas son, probablemente, uno de los fenómenos más espectaculares. Las partículas que rodean el núcleo del cometa se acercan al sol por la acción del viento solar, dando lugar a espectaculares colas. Cuando se hace visible a simple vista un cometa puede cubrir bastantes grados de la bóveda celeste. Es entonces cuando una cámara fotográfica con un teleobjetivo es el instrumento idóneo para retratarlo. La fragmentación del cometa y su pérdida de masa es atraída por la gravedad de los planetas dando lugar a espectaculares lluvias de estrellas. Las partículas de gas y polvo de nuestra atmósfera ofrecen resistencia a estos fragmentos, produciendo un crecimiento muy elevado de su temperatura hasta desintegrarse. Muchos fragmentos de un mismo cometa forman un enjambre. Las estrellas fugaces de un enjambre, por el efecto de la perspectiva, convergen en una misma parcela del cielo dando lugar a las lluvias de estrellas.
En el cielo de la noche hay que distinguir dos tipos de astros, los que se mueven y los que no. Los que se mueven pertenecen a nuestro sistema solar. Los astros fijos, los ordenamos en mapas como constelaciones o parcelas de cielo. Dentro de cada parcela se hace destacar las estrellas más brillantes mediante grafismos lineales. Los astros fijos se mueven de este a oeste por el movimiento de la tierra. La bóveda celeste tiene un eje de rotación, y por tanto, dos polos que son la prolongación del eje de la tierra. Es allí donde podemos encontrar la famosa estrella Polar, en el final de la cola de la constelación de la Osa Menor.

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